“… Cuando comience a suceder esto,
tengan ánimo y levanten la cabeza,
porque está por llegarles la liberación” (LC.21,28)
Estamos todavía viviendo un signo inédito y totalmente inesperado: ¡la pandemia! Una realidad y un tiempo que nos desconcertó y nos dejó, tal vez, desanimados, desasosegados y cansados. Sentimos a la vez que algo nuevo está naciendo en nuestra vida personal, familiar y social; nos descubrimos más atentos los unos de los otros, sentimos el deseo de salir de nosotros mismos e ir al encuentro de quienes nos necesitan, aunque sea a través de un abrazo, de una sonrisa, de una visita, de un pan o de un vaso de agua. Realidades que todos podemos “mendigar” en algún momento de nuestra vida, nadie puede sentirse exento. Podemos considerar estos cambios como la novedad evangélica que desemboca en la gran novedad que es la venida de Jesús en Navidad. Dios rasgó el Cielo y nos envió a su Hijo para que la experimentáramos, sintiéndonos sanados y salvados por qué amados. ¿Estamos convencido de esta Grande Novedad que es también una oportunidad para que nos sintamos personas plenamente humanas y preciosas a los ojos de Dios? ¿Nos recibimos así de sus manos divinas? Que así sea, es nuestro deseo para todos en esta Navidad. Asegurando nuestra oración, les enviamos un gran abrazo fraternal y les decimos ¡FELIZ NAVIDAD y un NUEVO AÑO DE GRACIA!
