Familia Caggiano

de Diego y Julia

Familia Caggiano

El inicio de este año nos encontró con una enorme incertidumbre, con un gran miedo a este enemigo desconocido, y nos hizo transitar una experiencia tan inédita como enriquecedora.

Al principio, a pesar del miedo, la idea de estar en casa y juntos, resultaba la mejor opción, además de la única, pero por sobre todo la más segura, y esa sensación de protección nos hizo valorar nuestro hogar, con todo lo que ello significa. Estar los 7 días de la semana, durante las 24 hs. del día, juntos, y solo entre nosotros cinco, era toda una aventura. Hubo que consensuar horarios, establecer rutinas, así como reorganizar espacios, para que todos pudiéramos sentirnos cómodos y realizar todas las actividades que hasta hacía muy poco, hacíamos fuera de casa. Las habitaciones se convirtieron en aulas, el comedor en oficina y gimnasio y el balcón era nuestro aire libre…No vamos a negar, que a veces nos ganaba un poco el miedo, y la desesperanza a medida que pasaba el tiempo y nada mejoraba, pero tratamos de mantener siempre la paciencia, la tolerancia, y sobre todo la alegría para seguir adelante, en el entendimiento que a pesar de todo éramos afortunados, porque las consecuencias tanto de salud como económicas que traía la “pandemia”, no nos tocaban. Por eso nos sentimos siempre con la obligación de ser responsables y respetuosos de las decisiones que se tomaban, y por sobre todas las cosas, nos sentimos siempre en la obligación de ser agradecidos. Así logramos acostumbrarnos a nuestra nueva “normalidad”, donde todo transcurría en casa, lo que realmente transcurría aquí y lo que no, porque la tecnología fue nuestra aliada, y nos acercó a todo y a todos.

Cuando las condiciones lo permitieron comenzamos a disfrutar como nunca pequeñas cosas en las que antes ni reparábamos, como salir a caminar, salir a dar una vuelta en bici, encontrarnos en un parque con nuestros seres queridos.

Hoy después de todo este tiempo transcurrido, y aún pensando en lo que falta por transitar, hacemos un balance de lo vivido y sentimos que el saldo es más que positivo. La vida nos enfrentó a esta experiencia y nos dimos cuenta que formamos un “gran equipo” en casa, que tenemos una hermosa familia, donde todos tiramos para el mismo lado, todos pusimos voluntad para salir adelante, y para que, a pesar de todo, cada uno pueda cumplir con sus obligaciones y objetivos (escolares y laborales). Nos reinventamos y logramos que este tiempo no haya sido solo un transcurrir, un esperar que pase, sino que lo vivimos intensamente, disfrutamos cada momento y nos fortalecimos como familia.




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